miércoles, 30 de marzo de 2011

Liz caminó hacia el castillo y al llegar a la puerta se detuvo a leer el cartel.

"Bienvenidos al Reino de lo Absurdo"

Ella sonrió, pero bastó un solo paso más para que apareciese -nadie sabe de donde- un enorme hombre decidido a cortarle el paso.
Liz elevó la vista y analizó cada detalle de aquel "muro andante", aquel hombre era puro músculo, su pelo negro y lacio caía sobre sus hombros y sus ojos oscuros parecían atravesarla.

-Lo siento señorita pero no se ha bañado usted antes de entrar...-Se cruzó de brazos y la escrutó con la mirada.

-¿Cómo dice?- Ella se sorprendió, y avergonzada se olfateó -Pero si me duché esta mañana...-

-No señorita...me refiero a que no se ha bañado en el lago- Y señaló al otro lado del castillo un pequeño charco -Son las leyes...debe mojar sus recuerdos para que se despeguen con mayor facilidad...-

Liz le miró extrañada y tan solo puso asentir y dirigirse al lago, no se sentía capacitada para placar a semejante monstruosidad y salir victoriosa.

Al llegar a la orilla encontró un cartel y lo leyó detenidamente:

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"INSTRUCCIONES DE USO"
··Porfavor bañese completamente, las vestimentas han de mojarse junto a su piel, aguante la respiración un minimo de 10 segundos bajo el agua, esto ayudará en la eficacia del baño.
Bienvenido a su nueva vida, recoja la sonrisa a la entrada del castillo.

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Lo miró un rato más intentando buscarle algún sentido, tras esto, y convencida de que buscarle sentido a algo en aquel lugar era imposible se sumergió en las aguas cristalinas.

Estaban heladas, pero siguió los pasos al pie de la letra y empezó a contar.
1...2...3......4.........5........
Junto con la falta de aire llegaron los recuerdos...llegó él, que nunca se había ido de su mente, sintió el lazo púrpura que le habia regalado apretandole la muñeca, aferrandose a su piel...y luego...nada.

Sacó la cabeza del agua, intentó recordar en que estaba pensando antes de la zambullida, pero su mente estaba en blanco.
Miró el lazo púrpura...pero no consigió enlazar aquel simbolo con nadie, no logró recordar su rostro...ni siquiera recordó que aun le echaba de menos, ni el rencor hacia las personas que la habian separado de él...nada.

Salió del lago, releyó el final del cartel, y empapada se dirigió hacia la puerta del reino...a recoger su polvorienta
sonrisa.

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